Es un trastorno profundo del desarrollo cerebral caracterizado por deficiencias en la interacción social y coordinación motora, y por los inusuales y restrictivos patrones de interés y conducta.
Este comportamiento fue observado y descrito por Hans Asperger, un médico austriaco, cuyo trabajo solo fue traducido al resto del mundo en los años ochenta.
Perfil del niño con Asperger
El niño que padece de Asperger tiene un aspecto externo normal, suele ser inteligente y no tiene retraso en la adquisición del habla. Sin embargo, presenta problemas para relacionarse con los demás y en ocasiones presentan comportamientos inadecuados. La capacidad intelectual de los niños con Síndrome de Asperger es normal y su lenguaje normalmente solo se ve alterada cuando es utilizada con fines comunicativos. Suelen fijar su atención hacia un tema concreto, de manera obsesiva muchas veces, por lo que no es extraño que aprenden a leer por sí solos a una edad muy precoz, si ese es el área de su atención.
Un niño con este Síndrome también se encontrará afectado, de manera variable, en sus conexiones y habilidades sociales, y en el comportamiento con rasgos repetitivos y una limitada gama de intereses. Tienen una comprensión muy ingenua de las situaciones sociales, y no suelen manipularlas para su propio beneficio.
La mala adaptación que presentan en contextos sociales es fruto de un mal entendimiento y de la confusión que les crea la exigencia de las relaciones interpersonales. A pesar de sus dificultades, los niños que padecen de ese trastorno son nobles, poseen un gran corazón, una bondad sin límites, son fieles, sinceros, y poseen un sinfín de valores que podemos descubrir con tan sólo mirar un poquito en su interior.
Se considera que el Síndrome de Asperger afecta de 3 a 7 por cada 1000 niños, entre 7 y 16 años de edad. Las cifras no son exactas, pero se reconoce que es un trastorno que afecta más frecuentemente a los niños que a las niñas.
Y si quieres leer un articulo sobre este tema:
http://www.lasprovincias.es/castellon/20090216/castellon/sindrome-asperger-afecta-desarrollo-20090216.html
martes, 19 de enero de 2010
domingo, 17 de enero de 2010
Cerebro emocional: Amigdala
La amígdala cerebral es un conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales de los vertebrados complejos, incluidos los humanos. La amígdala forma parte del sistema límbico (término últimamente en desuso por su imprecisión), y su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales.
En vertebrados complejos, la amígdala se encarga principalmente de la formación y almacenamiento de memorias asociadas a sucesos emocionales. Investigaciones indican que, durante el condicionamiento del miedo, los estímulos sensoriales alcanzan el grupo basolateral de la amígdala, particularmente los núcleos laterales, donde se forman asociaciones con recuerdos del estímulo. La asociación entre el estímulo y eventos aversivos podrían ser mediados por potenciaciones a largo plazo, una prolongación de potencial en las estructuras sinápticas con el objetivo de reaccionar más fácilmente.
Los recuerdos de experiencias emocionales que han dejado huella en conexiones sinápticas de los núcleos laterales elicitan conductas asociadas con la emoción de miedo a través de conexiones con el núcleo central de la amígdala. El núcleo central está involucrado en el comienzo de las respuestas de miedo, incluida la paralización, taquicardia, incremento de la respiración y liberación de hormonas del estrés. Daños en la amígdala impiden tanto la adquisición como la expresión del condicionamiento de miedo, una forma de condicionamiento clásico de respuestas emocionales.
En vertebrados complejos, la amígdala se encarga principalmente de la formación y almacenamiento de memorias asociadas a sucesos emocionales. Investigaciones indican que, durante el condicionamiento del miedo, los estímulos sensoriales alcanzan el grupo basolateral de la amígdala, particularmente los núcleos laterales, donde se forman asociaciones con recuerdos del estímulo. La asociación entre el estímulo y eventos aversivos podrían ser mediados por potenciaciones a largo plazo, una prolongación de potencial en las estructuras sinápticas con el objetivo de reaccionar más fácilmente.
Los recuerdos de experiencias emocionales que han dejado huella en conexiones sinápticas de los núcleos laterales elicitan conductas asociadas con la emoción de miedo a través de conexiones con el núcleo central de la amígdala. El núcleo central está involucrado en el comienzo de las respuestas de miedo, incluida la paralización, taquicardia, incremento de la respiración y liberación de hormonas del estrés. Daños en la amígdala impiden tanto la adquisición como la expresión del condicionamiento de miedo, una forma de condicionamiento clásico de respuestas emocionales.
jueves, 31 de diciembre de 2009
La ansiedad
Aunque no existe una definición específica para el concepto de ansiedad, podemos definirla como una reacción ante una circunstancia en la cual creemos que corremos peligro o estamos amenazados en cierta forma. Puede que pensemos que nuestra seguridad física está en peligro, o que nuestro éxito en el trabajo se ve amenazado, o puede que nuestro nivel de estima personal se encuentre debilitado, o que estemos preocupados por lo que pueda acontecerle a una persona amada.
La ansiedad en su justa medida
Podemos considerar que la ansiedad es el gran enemigo del hombre moderno y esto debemos admitir que es parcialmente cierto. La ansiedad es como el dolor, preferimos no tener que experimentarlo, pero como este, sirve para prevenirnos de situaciones peligrosas. Cierta cantidad moderada de ansiedad nos motiva a planear para el futuro y también a mejorar nuestra capacidad para enfrentar situaciones de tensión cuando estas ocurren. Por ejemplo, una persona en estado de temor incrementa en gran medida su fortaleza física, otras personas son más efectivas en sus actividades cuando funcionan bajo cierto grado de tensión. La ansiedad resulta problemática solamente cuando se vuelve excesiva y debemos aprender a manejarla de la forma más efectiva posible.
La ansiedad es como la sal y la pimienta, sirve de forma moderada, pero de lo contrario el sabor de la comida no es muy agradable. Una vida sin emociones, incluyendo la ansiedad, sería bastante monótona, sin embargo las experiencias emocionales intensas suelen debilitar a la persona.
A veces podemos administrarnos pequeñas dosis de ansiedad para sentirnos exaltados, porque necesitamos cierto estímulo en nuestra vida. Un ejemplo de esto lo vemos al pasar por la experiencia de montar los aparatos de un parque de diversiones o cuando practicamos un deporte excitante. También lo notamos cuando la persona se aventura a correr algún riesgo o a aceptar algún desafío en la vida. Por lo general siempre que aceptamos, ya sea por diversión o por superación, el correr algún riesgo. Tratamos de que dicha situación esté dentro de nuestra capacidad de control pues de lo contrario serían desagradables y destructivas las consecuencias que experimentaríamos.
La ansiedad excesiva nos derrota y crea inhibiciones. Todos hemos experimentado la sensación de sentirnos paralizados por el miedo al tener que hablar ante un grupo de personas o realizar una actividad ante los ojos espectadores de los demás. En este caso nos hemos paralizado, nos hemos creado inhibiciones. Debido a que la ansiedad constituye una realidad inevitable en nuestras vidas, tenemos que hacer algo más que simplemente aprender a vivir con ella. Tenemos que aprender a transformarla en energía positiva que trabaje a favor nuestro en lugar de en nuestra contra.
Las reacciones preconcebidas
En análisis psicológico se necesita primero que todo comprensión y luego diseñar un plan de trabajo, nos trazamos metas para llevarlas a cabo y alcanzar nuestra meta.
La mayor parte de la ansiedad que la gente experimenta se debe a lo que los sicólogos llaman reacciones preconcebidas o precondicionadas. Dicho en términos más simples, esto quiere decir que aquellas cosas que nos suceden de forma simultánea las asociamos mutuamente de manera tal que reaccionamos siempre de la misma manera ante circunstancias similares.
Asociamos dos acontecimientos: si el acontecimiento X nos produjo temor, pánico, nerviosismo, inquietud, ansiedad; entonces cada vez que el acontecimiento X sucede volvemos a reaccionar de la misma manera. Por lo tanto si reaccionamos con miedo o con ansiedad ante la presencia de cierto estímulo externo, cada vez que esta situación se presente reaccionaremos de la misma forma. Lo interesante de esto es que aunque en realidad no exista ningún peligro, si vuelve a acontecer el mismo estímulo X, volveremos a reaccionar de la misma manera, porque ya esto se ha acondicionado en nosotros.
Por ejemplo una persona que durante la infancia haya tenido algún tipo de experiencia negativa con figuras de autoridad tales como un policía, el director de un colegio o alguien al que consideraba digno de respeto, tal vez ahora de adulto se sienta ansioso si va conduciendo y ve que se acerca algún policía. De hecho ante cualquier figura de autoridad que le confronte directamente va a experimentar ansiedad. Entre los síntomas inmediatos que la persona experimentará están la tensión muscular, sudores fríos, dolor de estómago, ganas de ir al baño, tartamudeo, el corazón latiendo con rapidez, etc.
Todo es debido a reacciones precondicionadas que tienen su origen en el pasado, casi siempre durante la infancia. Muchas de nuestras emociones son producto de preacondicionamientos. Es por eso que el razonamiento lógico no puede formar parte del tratamiento, pues la persona tal vez se da cuenta de que no es para tanto lo sucedido, pero a pesar de todo no logra controlarse. Si usted le explica a esta persona desde el punto de vista lógico lo que está sucediendo, ella va a estar plenamente de acuerdo con usted. Si ha experimentado un estado de ansiedad ante cualquier situación específica, sabrá que tengo razón en este punto.
A pesar de que la lógica le dice que no hay de qué temer, que es una sobre-reacción, sin embargo usted no tiene la capacidad de controlar la situación. Necesitamos comprender que el individuo bajo un estado de ansiedad no está reaccionando ante la situación específica, sino que su conducta es producto de una programación anterior. Esta es la razón por la cual la persona que se dice a sí misma: voy a poner de mi parte, la próxima vez que esto suceda me voy a controlar, se da cuenta de que muy a pesar de sus buenas intenciones, no puede hacerle frente a las cosas como planeó. Una vez más la ansiedad le ganó.
¿Si esto es así, qué podemos hacer? ¿Estaremos atrapados en nuestra programación pasada siendo víctimas de la ansiedad? Afortunadamente, podemos sobreponernos a estas situaciones y superar los acondicionamientos que son los causantes de la ansiedad.
La ansiedad en su justa medida
Podemos considerar que la ansiedad es el gran enemigo del hombre moderno y esto debemos admitir que es parcialmente cierto. La ansiedad es como el dolor, preferimos no tener que experimentarlo, pero como este, sirve para prevenirnos de situaciones peligrosas. Cierta cantidad moderada de ansiedad nos motiva a planear para el futuro y también a mejorar nuestra capacidad para enfrentar situaciones de tensión cuando estas ocurren. Por ejemplo, una persona en estado de temor incrementa en gran medida su fortaleza física, otras personas son más efectivas en sus actividades cuando funcionan bajo cierto grado de tensión. La ansiedad resulta problemática solamente cuando se vuelve excesiva y debemos aprender a manejarla de la forma más efectiva posible.
La ansiedad es como la sal y la pimienta, sirve de forma moderada, pero de lo contrario el sabor de la comida no es muy agradable. Una vida sin emociones, incluyendo la ansiedad, sería bastante monótona, sin embargo las experiencias emocionales intensas suelen debilitar a la persona.
A veces podemos administrarnos pequeñas dosis de ansiedad para sentirnos exaltados, porque necesitamos cierto estímulo en nuestra vida. Un ejemplo de esto lo vemos al pasar por la experiencia de montar los aparatos de un parque de diversiones o cuando practicamos un deporte excitante. También lo notamos cuando la persona se aventura a correr algún riesgo o a aceptar algún desafío en la vida. Por lo general siempre que aceptamos, ya sea por diversión o por superación, el correr algún riesgo. Tratamos de que dicha situación esté dentro de nuestra capacidad de control pues de lo contrario serían desagradables y destructivas las consecuencias que experimentaríamos.
La ansiedad excesiva nos derrota y crea inhibiciones. Todos hemos experimentado la sensación de sentirnos paralizados por el miedo al tener que hablar ante un grupo de personas o realizar una actividad ante los ojos espectadores de los demás. En este caso nos hemos paralizado, nos hemos creado inhibiciones. Debido a que la ansiedad constituye una realidad inevitable en nuestras vidas, tenemos que hacer algo más que simplemente aprender a vivir con ella. Tenemos que aprender a transformarla en energía positiva que trabaje a favor nuestro en lugar de en nuestra contra.
Las reacciones preconcebidas
En análisis psicológico se necesita primero que todo comprensión y luego diseñar un plan de trabajo, nos trazamos metas para llevarlas a cabo y alcanzar nuestra meta.
La mayor parte de la ansiedad que la gente experimenta se debe a lo que los sicólogos llaman reacciones preconcebidas o precondicionadas. Dicho en términos más simples, esto quiere decir que aquellas cosas que nos suceden de forma simultánea las asociamos mutuamente de manera tal que reaccionamos siempre de la misma manera ante circunstancias similares.
Asociamos dos acontecimientos: si el acontecimiento X nos produjo temor, pánico, nerviosismo, inquietud, ansiedad; entonces cada vez que el acontecimiento X sucede volvemos a reaccionar de la misma manera. Por lo tanto si reaccionamos con miedo o con ansiedad ante la presencia de cierto estímulo externo, cada vez que esta situación se presente reaccionaremos de la misma forma. Lo interesante de esto es que aunque en realidad no exista ningún peligro, si vuelve a acontecer el mismo estímulo X, volveremos a reaccionar de la misma manera, porque ya esto se ha acondicionado en nosotros.
Por ejemplo una persona que durante la infancia haya tenido algún tipo de experiencia negativa con figuras de autoridad tales como un policía, el director de un colegio o alguien al que consideraba digno de respeto, tal vez ahora de adulto se sienta ansioso si va conduciendo y ve que se acerca algún policía. De hecho ante cualquier figura de autoridad que le confronte directamente va a experimentar ansiedad. Entre los síntomas inmediatos que la persona experimentará están la tensión muscular, sudores fríos, dolor de estómago, ganas de ir al baño, tartamudeo, el corazón latiendo con rapidez, etc.
Todo es debido a reacciones precondicionadas que tienen su origen en el pasado, casi siempre durante la infancia. Muchas de nuestras emociones son producto de preacondicionamientos. Es por eso que el razonamiento lógico no puede formar parte del tratamiento, pues la persona tal vez se da cuenta de que no es para tanto lo sucedido, pero a pesar de todo no logra controlarse. Si usted le explica a esta persona desde el punto de vista lógico lo que está sucediendo, ella va a estar plenamente de acuerdo con usted. Si ha experimentado un estado de ansiedad ante cualquier situación específica, sabrá que tengo razón en este punto.
A pesar de que la lógica le dice que no hay de qué temer, que es una sobre-reacción, sin embargo usted no tiene la capacidad de controlar la situación. Necesitamos comprender que el individuo bajo un estado de ansiedad no está reaccionando ante la situación específica, sino que su conducta es producto de una programación anterior. Esta es la razón por la cual la persona que se dice a sí misma: voy a poner de mi parte, la próxima vez que esto suceda me voy a controlar, se da cuenta de que muy a pesar de sus buenas intenciones, no puede hacerle frente a las cosas como planeó. Una vez más la ansiedad le ganó.
¿Si esto es así, qué podemos hacer? ¿Estaremos atrapados en nuestra programación pasada siendo víctimas de la ansiedad? Afortunadamente, podemos sobreponernos a estas situaciones y superar los acondicionamientos que son los causantes de la ansiedad.
martes, 22 de diciembre de 2009
Memoria y aprendizaje, claves para percibir la realidad
Entrada extraida del blog de Eduardo Punset:
¿Cómo nos las arreglamos para andar por el mundo? ¿Qué instrumentos utilizamos para aclararnos en un entorno cambiante? ¿Somos conscientes de los recursos de los que disponemos? No me digan, de entrada, que la solución más cómoda es no cambiar de opinión y atenerse siempre al pensamiento heredado o adquirido. Cuando todo cambia, la manera más fácil de ser infeliz es no cambiar nunca de manera de ser o pensar. Esta obviedad la damos por asumida.
En otras ocasiones hemos apuntado al hecho de que todo comienza con una percepción del mundo exterior inexacta, que luego intentamos completar con la ayuda de la memoria y de nuestra capacidad de aprendizaje. La percepción incierta está sustentada por fenómenos físicos de los que sabemos poco: la fuerza de la gravedad, ondas electromagnéticas u ondas del sonido responsables de la velocidad a que nos movemos, el color de una puesta de Sol o el eco de un alarido.
Tras ello, viene en nuestra ayuda la memoria. Inestimable. Nos permite almacenar instantes o procesos de nuestra vida que nos sirven de precedente para no equivocarnos demasiadas veces después. A medida que avanzamos en edad, el archivo en el cerebro de lo ocurrido se enriquece de tal manera que es muy difícil no ser más feliz que en periodos anteriores. Los músculos de un septuagenario no estarán a la altura de los de un adolescente, pero la disponibilidad de recuerdos útiles es incomparablemente mayor en el caso del primero.
Ahora bien, que nadie se lleve a engaño. La memoria está bien pertrechada para darnos una idea general de lo que ocurrió y hasta de lo que puede volver a suceder; pero es tremendamente imprecisa. No sirve para el detalle, y los detalles pueden ser imprescindibles para sobrevivir en determinados momentos. Les invito a repetir conmigo el experimento que me hizo el profesor Schachter en la Universidad de Harvard (EE.UU.).
No intenten memorizar, sino simplemente familiarizarse con los siguientes quince vocablos: “caramelo”, “azúcar”, “ácido”, “amargo”, “sabor”, “bueno”, “diente”, “agradable”, “miel”, “refresco”, “chocolate”, “duro”, “pastel”, “comer”, “tarta”.
Les voy a soltar ahora una palabra y, sin mirar al listado, van a intentar contestarme si estaba o no mencionada. Contesten, por favor, sí o no. Por ejemplo: “perro”. Casi todos mis lectores habrán contestado, acertadamente, ¡no! “Perro” no figuraba en el listado. Sigamos con el experimento. Les voy a soltar la palabra “dulce”. ¿Estaba o no estaba en el listado? Una buena parte de los lectores de esta columna habrá contestado –equivocadamente esta vez– que la palabra “dulce” estaba en la lista. Falso.
No es muy conveniente, pues, fiarse de la memoria para los detalles. Nos queda –para percibir el mundo exterior o interior– nuestra capacidad de aprendizaje. No es que sea mágica, pero en los últimos años hemos aprendido cosas importantísimas a este respecto; por ejemplo, la importancia de que el aprendizaje de los humanos recién nacidos dure ocho años; entrenamiento para aprender y para imaginar. A un polluelo le bastan dos días, pero un pollito adulto no es muy inteligente. Los cuervos tardan muchísimo más y por eso son las aves más inteligentes. Nosotros tardamos ocho años y nadie nos puede ganar de mayores.
Hemos descubierto también lo que llaman “plasticidad cerebral”; es decir, la posibilidad de que nuestra experiencia personal e individualizada modifique nuestras estructuras cerebrales. Equivale a constatar que podemos aprender durante toda la vida. Podremos enseñar a gestionar, a la vez, la diversidad que genera un mundo globalizado y el denominador común de nuestras emociones básicas y universales.
Imágenes de juegos de memoria recogidas por la comunidad Flickr.
¿Cómo nos las arreglamos para andar por el mundo? ¿Qué instrumentos utilizamos para aclararnos en un entorno cambiante? ¿Somos conscientes de los recursos de los que disponemos? No me digan, de entrada, que la solución más cómoda es no cambiar de opinión y atenerse siempre al pensamiento heredado o adquirido. Cuando todo cambia, la manera más fácil de ser infeliz es no cambiar nunca de manera de ser o pensar. Esta obviedad la damos por asumida.
En otras ocasiones hemos apuntado al hecho de que todo comienza con una percepción del mundo exterior inexacta, que luego intentamos completar con la ayuda de la memoria y de nuestra capacidad de aprendizaje. La percepción incierta está sustentada por fenómenos físicos de los que sabemos poco: la fuerza de la gravedad, ondas electromagnéticas u ondas del sonido responsables de la velocidad a que nos movemos, el color de una puesta de Sol o el eco de un alarido.
Tras ello, viene en nuestra ayuda la memoria. Inestimable. Nos permite almacenar instantes o procesos de nuestra vida que nos sirven de precedente para no equivocarnos demasiadas veces después. A medida que avanzamos en edad, el archivo en el cerebro de lo ocurrido se enriquece de tal manera que es muy difícil no ser más feliz que en periodos anteriores. Los músculos de un septuagenario no estarán a la altura de los de un adolescente, pero la disponibilidad de recuerdos útiles es incomparablemente mayor en el caso del primero.
Ahora bien, que nadie se lleve a engaño. La memoria está bien pertrechada para darnos una idea general de lo que ocurrió y hasta de lo que puede volver a suceder; pero es tremendamente imprecisa. No sirve para el detalle, y los detalles pueden ser imprescindibles para sobrevivir en determinados momentos. Les invito a repetir conmigo el experimento que me hizo el profesor Schachter en la Universidad de Harvard (EE.UU.).
No intenten memorizar, sino simplemente familiarizarse con los siguientes quince vocablos: “caramelo”, “azúcar”, “ácido”, “amargo”, “sabor”, “bueno”, “diente”, “agradable”, “miel”, “refresco”, “chocolate”, “duro”, “pastel”, “comer”, “tarta”.
Les voy a soltar ahora una palabra y, sin mirar al listado, van a intentar contestarme si estaba o no mencionada. Contesten, por favor, sí o no. Por ejemplo: “perro”. Casi todos mis lectores habrán contestado, acertadamente, ¡no! “Perro” no figuraba en el listado. Sigamos con el experimento. Les voy a soltar la palabra “dulce”. ¿Estaba o no estaba en el listado? Una buena parte de los lectores de esta columna habrá contestado –equivocadamente esta vez– que la palabra “dulce” estaba en la lista. Falso.
No es muy conveniente, pues, fiarse de la memoria para los detalles. Nos queda –para percibir el mundo exterior o interior– nuestra capacidad de aprendizaje. No es que sea mágica, pero en los últimos años hemos aprendido cosas importantísimas a este respecto; por ejemplo, la importancia de que el aprendizaje de los humanos recién nacidos dure ocho años; entrenamiento para aprender y para imaginar. A un polluelo le bastan dos días, pero un pollito adulto no es muy inteligente. Los cuervos tardan muchísimo más y por eso son las aves más inteligentes. Nosotros tardamos ocho años y nadie nos puede ganar de mayores.
Hemos descubierto también lo que llaman “plasticidad cerebral”; es decir, la posibilidad de que nuestra experiencia personal e individualizada modifique nuestras estructuras cerebrales. Equivale a constatar que podemos aprender durante toda la vida. Podremos enseñar a gestionar, a la vez, la diversidad que genera un mundo globalizado y el denominador común de nuestras emociones básicas y universales.
Imágenes de juegos de memoria recogidas por la comunidad Flickr.
martes, 8 de diciembre de 2009
el suicidio se puede evitar
El suicidio es la segunda causa de muerte en el mundo entre los 15 y los 30 años. El suicidio se puede prevenir, pero antes hemos de aprender sobre él, hablarlo y eliminar el estigma social que existe alrededor de los suicidas y sus familiares. Eduardo Punset descubre en esta emisión, de la mano de Thomas Joiner, psicólogo que vivió el suicidio de su padre, las características del comportamiento autodestructivo y las acciones para reducir su efecto en la sociedad.
domingo, 29 de noviembre de 2009
A menudo, no somos conscientes de las razones y las causas de nuestro propio comportamiento- Jonh Bargh
Eduard Punset:
Nosotros, la gente de a pie, siempre habíamos pensado que el inconsciente era algo muy útil para las pequeñas cosas pero que, para las cosas más complejas, era necesaria la conciencia. Nunca se nos ocurrió que, solamente con el inconsciente, pudiéramos llevar a cabo procesos cognitivos complejos. ¡Es una revolución! ¡Y no estoy seguro de que la gente de la calle sea realmente consciente de eso!
John Bargh:
No, no creo que lo hayan asumido todavía. Siempre ha imperado la noción de que laconciencia iba primero, de que todo arrancaba en la conciencia, y de que las cosas se tenían que hacer con conciencia, deliberadamente. Pero, con práctica, tal vez algunas de estas cosas se puedan hacer sin conciencia, como conducir un coche o, en el caso de los tenistas, moverse por la pista sin pensar… esto es así para cualquier cosa que se haya hecho muchas veces y se domine. Pero sin embargo ahora empezamos a entender que, en realidad, el inconsciente fue lo que surgió primero en el tiempo evolutivo, hace muchos millones de años, y que la conciencia se desarrolló bastante más tarde en la historia de la evolución. Por tanto, hubo necesariamente muchos sistemas inconscientes útiles y adaptativos que guiaron adaptativamente nuestra conducta, y nos permitieron sobrevivir y reproducirnos durante centenares de miles de años…
Us deixo l'enllaç de l'entrevista completa per si us interessa:
http://www.redesparalaciencia.com/wp-content/uploads/2009/11/entrev451.pdf
O també podeu mirar el video que es molt interessant:
El antiguo inconsciente, al que nos acostumbró Freud, era oscuro y estaba limitado a funciones accesorias de nuestro comportamiento. El nuevo inconsciente, el que nos descubre la ciencia de hoy, es nuestro mejor aliado a todas horas. Eduardo Punset discute con el psicólogo John Bargh sobre el nuevo inconsciente, y nos revela lo lejos que estamos de conocer las verdaderas razones de nuestro actos.
Nosotros, la gente de a pie, siempre habíamos pensado que el inconsciente era algo muy útil para las pequeñas cosas pero que, para las cosas más complejas, era necesaria la conciencia. Nunca se nos ocurrió que, solamente con el inconsciente, pudiéramos llevar a cabo procesos cognitivos complejos. ¡Es una revolución! ¡Y no estoy seguro de que la gente de la calle sea realmente consciente de eso!
John Bargh:
No, no creo que lo hayan asumido todavía. Siempre ha imperado la noción de que laconciencia iba primero, de que todo arrancaba en la conciencia, y de que las cosas se tenían que hacer con conciencia, deliberadamente. Pero, con práctica, tal vez algunas de estas cosas se puedan hacer sin conciencia, como conducir un coche o, en el caso de los tenistas, moverse por la pista sin pensar… esto es así para cualquier cosa que se haya hecho muchas veces y se domine. Pero sin embargo ahora empezamos a entender que, en realidad, el inconsciente fue lo que surgió primero en el tiempo evolutivo, hace muchos millones de años, y que la conciencia se desarrolló bastante más tarde en la historia de la evolución. Por tanto, hubo necesariamente muchos sistemas inconscientes útiles y adaptativos que guiaron adaptativamente nuestra conducta, y nos permitieron sobrevivir y reproducirnos durante centenares de miles de años…
Us deixo l'enllaç de l'entrevista completa per si us interessa:
http://www.redesparalaciencia.com/wp-content/uploads/2009/11/entrev451.pdf
O també podeu mirar el video que es molt interessant:
El antiguo inconsciente, al que nos acostumbró Freud, era oscuro y estaba limitado a funciones accesorias de nuestro comportamiento. El nuevo inconsciente, el que nos descubre la ciencia de hoy, es nuestro mejor aliado a todas horas. Eduardo Punset discute con el psicólogo John Bargh sobre el nuevo inconsciente, y nos revela lo lejos que estamos de conocer las verdaderas razones de nuestro actos.
jueves, 26 de noviembre de 2009
Autoestima. Com millorar-la per viure plenament
Tota persona que desitgi assolir una vida plena, feliç i exitosa ha de reflexionar sobre com està la seva autoestima. Per que?
L'autoestima fa referència al concepte que tenim de nosaltres mateixos, i és una necessitat vital tenir una autoestima elevada, el que no significa creure'ns mes importants que els altres, sinó, com els altres. Saber reconèixer amb alegria i orgull les nostres virtuts i qualitats, creure'ns útils i necessàris per als altres, com així també saber acceptar els nostres errors, defectes i limitacions sense sentir remordiments, culpes o menysprear-nos, ja que aquesta és una característica de totes les persones, de tot ser humà.
Et consideres important i útil per als altres?, És la teva existència útil i necessària per a la humanitat? Quin valor dónes a la teva pròpia vida?
Les respostes que donis a aquestes preguntes determinaran el rumb de la teva vida i la forma en la qual la viuràs. És necessari que aprenguis a veure en tu una una persona que encara que tingui defectes (tots i totes els tenim, i en quantitat), la teva vida és infinitament important i necessària. És probable que, com moltes persones, sentis que la teva vida passa sense que ningú es dongui compte, però és necessari que sàpigues que la teva vida afecta positivament a moltes persones, encara que no t'adonis com.
Un interessant exercici per reflexionar sobre la nostra autoestima i aprendre a millorar-la, que segurament t'ajudarà, és aquest:
1 - Realitza una llista de les teves virtuts i qualitats. Pensa detingudament, reflexiona i veuràs com poc a poc aniràs trobant un munt de coses de les que pots sentir-te orgullosa, fes una llista, per que no?, anima't a escriure-les en un paper i després llegei-les, complau-te sense por en pensar que ets bona a moltes coses.
2 - No pensis només en els teus defectes. Recorda que tot el món els té. Si hi penses no ho facis a fi de retreure't o llançar-te culpes, això no serveix ni per a tu ni per a ningú, fes-ho simplement a fi d'intentar canviar i millorar, això si és bo, és a dir, sempre pensant en un futur millor, a créixer, madurar, evolucionar, no en quedar-se estancada en la culpa.
3 - Busca sense culpes gaudir de la vida. No et posposis sempre. Teu ets molt important, dóna't a tu mateixa el lloc que et correspon primer, així també seràs mes útil als altres. Si tu no estàs bé primer com pots transmetre benestar als altres?
4 - Fomenta amistats, grups, trobades, no t'aïllis. Els humans som éssers socials, no podem viure sense estar en relació afectiva amb els altres éssers humans.
5 - No segueixis cegament les opinions dels altres sense reflexionar. Fixa el teu propi criteri. Ningú no és tan savi que no hagi d'aprendre alguna cosa ni tan neci que no tingui alguna cosa per ensenyar. Teu tens molt per ensenyar.
6 - Deixa que els altres t'ajudin, accepta afalacs i compliments. Si creus que tens un problema greu com depressió busca ajuda professional, tots la necessitem alguna vegada.
7 - No et facis massa retrets i deixa de comparar-te contínuament amb els altres o amb qui aparentment els va millor en la vida.
8 - Aprèn a dir NO, no significa que siguis dolenta o que deixis d'estimar-te.
9 - Dedica't temps, cuida el teu aspecte físic, la teva salut, les teves necessitats afectives, psicològiques i espirituals i pel qual no... fes-te regals.
10 - Somriu a la vida, pensa per quines coses val la pena viure, intenta ser optimista i positiva. I per sobre totes les coses, TINGUES CONFIANÇA EN TU MATEIX.
Com veuràs, és molt important donar-te un temps i un lloc per reflexionar sobre aquest tema. Si us plau, si no ho has fet encara, fes-te aquest regal. Per tu, per els que estimes i per els que t'estimen.
L'autoestima fa referència al concepte que tenim de nosaltres mateixos, i és una necessitat vital tenir una autoestima elevada, el que no significa creure'ns mes importants que els altres, sinó, com els altres. Saber reconèixer amb alegria i orgull les nostres virtuts i qualitats, creure'ns útils i necessàris per als altres, com així també saber acceptar els nostres errors, defectes i limitacions sense sentir remordiments, culpes o menysprear-nos, ja que aquesta és una característica de totes les persones, de tot ser humà.
Et consideres important i útil per als altres?, És la teva existència útil i necessària per a la humanitat? Quin valor dónes a la teva pròpia vida?
Les respostes que donis a aquestes preguntes determinaran el rumb de la teva vida i la forma en la qual la viuràs. És necessari que aprenguis a veure en tu una una persona que encara que tingui defectes (tots i totes els tenim, i en quantitat), la teva vida és infinitament important i necessària. És probable que, com moltes persones, sentis que la teva vida passa sense que ningú es dongui compte, però és necessari que sàpigues que la teva vida afecta positivament a moltes persones, encara que no t'adonis com.
Un interessant exercici per reflexionar sobre la nostra autoestima i aprendre a millorar-la, que segurament t'ajudarà, és aquest:
1 - Realitza una llista de les teves virtuts i qualitats. Pensa detingudament, reflexiona i veuràs com poc a poc aniràs trobant un munt de coses de les que pots sentir-te orgullosa, fes una llista, per que no?, anima't a escriure-les en un paper i després llegei-les, complau-te sense por en pensar que ets bona a moltes coses.
2 - No pensis només en els teus defectes. Recorda que tot el món els té. Si hi penses no ho facis a fi de retreure't o llançar-te culpes, això no serveix ni per a tu ni per a ningú, fes-ho simplement a fi d'intentar canviar i millorar, això si és bo, és a dir, sempre pensant en un futur millor, a créixer, madurar, evolucionar, no en quedar-se estancada en la culpa.
3 - Busca sense culpes gaudir de la vida. No et posposis sempre. Teu ets molt important, dóna't a tu mateixa el lloc que et correspon primer, així també seràs mes útil als altres. Si tu no estàs bé primer com pots transmetre benestar als altres?
4 - Fomenta amistats, grups, trobades, no t'aïllis. Els humans som éssers socials, no podem viure sense estar en relació afectiva amb els altres éssers humans.
5 - No segueixis cegament les opinions dels altres sense reflexionar. Fixa el teu propi criteri. Ningú no és tan savi que no hagi d'aprendre alguna cosa ni tan neci que no tingui alguna cosa per ensenyar. Teu tens molt per ensenyar.
6 - Deixa que els altres t'ajudin, accepta afalacs i compliments. Si creus que tens un problema greu com depressió busca ajuda professional, tots la necessitem alguna vegada.
7 - No et facis massa retrets i deixa de comparar-te contínuament amb els altres o amb qui aparentment els va millor en la vida.
8 - Aprèn a dir NO, no significa que siguis dolenta o que deixis d'estimar-te.
9 - Dedica't temps, cuida el teu aspecte físic, la teva salut, les teves necessitats afectives, psicològiques i espirituals i pel qual no... fes-te regals.
10 - Somriu a la vida, pensa per quines coses val la pena viure, intenta ser optimista i positiva. I per sobre totes les coses, TINGUES CONFIANÇA EN TU MATEIX.
Com veuràs, és molt important donar-te un temps i un lloc per reflexionar sobre aquest tema. Si us plau, si no ho has fet encara, fes-te aquest regal. Per tu, per els que estimes i per els que t'estimen.
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